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Reforma pensional: ¿una promesa para hoy, una carga para mañana?

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Opinión – lanoticia.com.co

La reforma pensional acaba de ser aprobada en el Congreso en medio de discursos grandilocuentes, aplausos oficialistas y duras advertencias de la oposición. Como casi toda gran reforma en Colombia, nace con promesas de equidad y justicia, pero también con muchas preguntas sin resolver. Y la más importante de todas es esta: ¿realmente estamos construyendo un sistema que proteja a los más vulnerables o simplemente postergando la crisis para las próximas generaciones?

Uno de los grandes argumentos del Gobierno ha sido el de corregir la desigualdad estructural del sistema actual, donde solo 1 de cada 4 adultos mayores logra pensionarse. La nueva reforma plantea un modelo de pilar solidario, en el que todos los trabajadores cotizan inicialmente en Colpensiones (hasta 2,3 salarios mínimos), y lo que exceda ese valor va al régimen privado.

Sobre el papel, esto parece razonable. Pero en la práctica, deja muchas incertidumbres:
¿Qué pasa con los millones de trabajadores informales, que no cotizan ni lo harán pronto? ¿Cómo garantizar que haya suficientes recursos en el futuro para pagar pensiones a una población que envejece rápidamente y que vive más años?

El sistema propuesto depende de una fuerte inyección estatal, lo cual no sería un problema si tuviéramos una economía formal robusta y en expansión. Pero en un país donde más del 58% de la población trabaja en la informalidad y donde la evasión fiscal sigue siendo altísima, el riesgo es claro: hoy se alivia el presente, pero se compromete peligrosamente el futuro.

Además, el nuevo esquema puede limitar la competencia entre fondos y afectar la sostenibilidad del ahorro nacional. Colpensiones pasará a administrar sumas colosales, lo cual genera inquietudes sobre su capacidad operativa y los riesgos políticos de centralizar aún más los recursos.

Los jóvenes de hoy, que cotizarán bajo este nuevo modelo, deben preguntarse si recibirán mañana una pensión proporcional a sus esfuerzos. Porque si el sistema no se acompaña de una verdadera reforma laboral, que fomente la formalización, y de una reingeniería fiscal de fondo, estaremos construyendo un castillo de bienestar sobre una base de arena.

Nadie niega que el sistema anterior era profundamente injusto. Pero el nuevo esquema, lejos de ser una solución estructural, podría convertirse en una ilusión insostenible, sobre todo si no se protegen los pilares técnicos y se sigue priorizando el impacto político inmediato sobre el bienestar de largo plazo.

La verdadera reforma pensional no es solo un nuevo reparto de fondos. Es una apuesta por el trabajo digno, por la formalización, por un Estado eficiente, y sobre todo, por un sistema que funcione para todos, hoy y mañana.

 

 

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