Los robots que piensan y conversan ya están aquí: el salto de la inteligencia artificial a los cuerpos humanoides
Empresas como Figure, Tesla y OpenAI están creando robots humanoides capaces de razonar, mantener diálogos naturales y adaptarse a tareas físicas en fábricas, oficinas y hogares. ¿Estamos presenciando el nacimiento de los trabajadores del futuro?
El futuro que imaginamos durante décadas está dejando de ser ciencia ficción. En los últimos meses, empresas tecnológicas de punta han presentado avances sorprendentes en la fusión entre robótica avanzada e inteligencia artificial generativa, dando lugar a una nueva generación de robots humanoides capaces de pensar, hablar y actuar con una sorprendente naturalidad.
Uno de los desarrollos más destacados es Figure 01, un robot humanoide creado por la startup estadounidense Figure AI, que recientemente anunció una alianza estratégica con OpenAI —la empresa detrás de ChatGPT—. Gracias a esta colaboración, el robot no solo puede realizar tareas físicas como mover objetos o clasificar productos, sino también comprender órdenes habladas, sostener conversaciones contextuales y aprender de su entorno en tiempo real.
“El objetivo no es solo automatizar, sino construir máquinas que puedan colaborar con los humanos de manera fluida”, explicó Brett Adcock, fundador de Figure AI. En una demostración reciente, Figure 01 fue capaz de preparar una bebida, responder preguntas sobre su entorno e incluso explicar sus acciones mientras las realizaba.
Este tipo de tecnología representa un salto gigantesco respecto a los robots industriales tradicionales, que funcionaban con rutinas preprogramadas. Ahora, con modelos de IA generativa integrados, los nuevos robots pueden tomar decisiones, improvisar soluciones y adaptarse a situaciones imprevistas, abriendo la puerta a su uso en fábricas inteligentes, hospitales, hogares y más.
Empresas como Tesla también están desarrollando robots humanoides (como Optimus) con capacidades similares, apostando por un futuro donde estos asistentes mecánicos puedan realizar tareas repetitivas o peligrosas, liberando a los humanos para labores creativas o de supervisión.
Sin embargo, no todo es entusiasmo. Algunos expertos advierten sobre los riesgos de delegar demasiada autonomía a estas máquinas, especialmente si se combinan con redes conectadas y acceso a información sensible. También preocupa el impacto en el empleo y la necesidad de establecer marcos éticos y legales para su uso.
Por ahora, estos robots todavía están en fases experimentales o pruebas piloto, pero su rápida evolución apunta a una transformación profunda en la relación entre humanos y tecnología. La pregunta ya no es si conviviremos con robots pensantes, sino cuándo y cómo lo haremos.